sábado, 20 de junio de 2009

XX – LA REVELACIÓN o EL JUICIO

La paloma encarna el espíritu intuitivo, estados sutiles del ser y anuncia al despertar de la conciencia. En los tiempos remotos, después del Diluvio Universal, la paloma regresó con una ramita de olivo en el pico, anunciando que la paz había vuelto a la tierra. Proviniendo de lo más profundo del inconciente colectivo de la humanidad de todos los tiempos y lugares del mundo, el ave se estableció como el símbolo de la liberación y trascendencia. La paloma, más cosmopolita de todos los pájaros, es la mensajera de los tiempos devenir; los tiempos en los que el mundo regresará a su fuente. El tiempo es movimiento irreversible; para marcar el tiempo de las acciones es imprescindible estar en el instante. La redención humana se logra por la observancia de la ley universal. Cada persona es causante de su propia salvación. Liberando la mente, todo lo viejo conocido llegará a su fin; fácilmente, sin esfuerzo y elección, se encenderá la llama de la nueva conciencia. La pirámide sagrada, la casa eterna de los faraones, se iluminó y apareció "El ojo mágico”. “El ojo de Horus”, dios del cielo, de la luz y la bondad, era capaz de ver todo el mal que existía en el mundo, purificarlo y sanarlo. Su ojo derecho representaba al sol y su ojo izquierdo a la luna. Cuando los abría nacía la luz y cuando los cerraba aparecía la oscuridad. Encarnaba el orden, estabilidad, el estado perfecto. Debajo de la pirámide se apostó dios lunar, Tot, la personificación de la sabiduría; protector de la escritura y la música. Con el aspecto del progenitor del hombre, Tot, escriba celestial, anotaba los pensamientos, palabras y actos de los milenarios egipcios y según la leyenda, pesaba sus almas en una balanza.

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