sábado, 20 de junio de 2009

XVII - LAS ESTRELLAS

Desde siempre, el hombre ha observado la cúpula celeste como un punto de referencia y como una guía para sus propias inquietudes y necesidades. Pueblos arcaicos alrededor del mundo, han asociado las estrellas y los patrones que ellas hacen en el firmamento, con las aventuras y acontecimientos de dioses. Las estrellas encarnan la creación eterna, la fuente de vida, la belleza, la felicidad y el espíritu dotado de esperanza que acompaña al hombre a lo largo de su búsqueda reveladora. Sobre la cabeza de la doncella aparece una estrella de ocho puntas, que encarna a Ishtar, la "benévola" madre-diosa de los Caldeos, la personificación divina del planeta Venus. El símbolo de Venus dentro de la estrella manifiesta el estado del amor, el único factor creativo que puede producir una transformación en uno mismo y en la humanidad. Alrededor suyo se iluminan las siete Pléyades ("palomas" en griego), un grupo de etrellas muy jóvenes, en cuyo ciclo anual los Mayas fundaron, Tzolkin, su calendario sagrado. Siete estrellas, como “Las Siete Hermanas”, potencian la expansión del amor. Las estrellas son la gran inspiradora para los creadores, la fuente infinita donde la luz está al servicio de la revelación interior. Esta luz se manifiesta para dar un nuevo sentido a la vida de la iniciada, que ha puesto el orden a su propia existencia. Este cambio influye en la consciencia total de los seres humanos y tiene una relación extraordinaria con el universo.
“Cuando uno es luz para si mismo, esa luz es la luz de todos los demás” – J. Krishnamurti

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